La mata de zapallo
El año pasado nació en el patio delantero de mi casa una pequeña plantita de zapallo. Como buen hijo de campesino, criado en el campo hasta los quince años, dejé que la mata creciera y diera sus frutos. Con los meses se tomó casi todo el patio, mientras sus hojas rebosantes hacían suponer que la cosecha sería abundante. Cuando le llegó el tiempo de su madurez, contemplé unas robustas flores amarillas, pero me decepcionó que ninguna de ellas cuajó frutos. La dejé un tiempo más y al no ver resultados, decidí arrancarla de raíz y depositarla en el patio trasero con el fin de que se convirtiera en abono natural.
Una tarde, después de varias semanas, me asomé por la ventana de mi habitación y para mi sorpresa, pude ver que la planta estaba verde. Salí de la casa y observé que se había enraizado y volvía a vivir. Pero la mayor sorpresa fue que al cabo de un tiempo volvió a florecer y entonces sí dio una cosecha abundante. Luego de ello, me acerqué y le hice esta pregunta: ¿por qué motivos no quiso dar frutos cuando estaba a la vista? Luego, sentí que la planta me hablaba de la siguiente manera:
“Así como tú te sientes atrapado, incómodo, extraño en la ciudad, también me sentía yo al estar a la vista de todo el mundo. Estás rodeado de personas desconocidas, de autos, de contaminación y te sientes asfixiado. Te miran y te juzgan por tus apariencias y no te dejar ser tú mismo. Luego que estuve en la parte trasera de la casa, donde todo es más tranquilo, me sentí como en casa. Allí dialogaba con algunos batracios que me limpiaban de insectos y plagas, podía respirar el aire fresco de la tarde y disfrutaba de la sinfonía de seres nocturnos.
Tú has pasado la mitad de tu vida en el campo y la última mitad en la ciudad. Cuando me miras, te miras a ti mismo. Cuando me sientes, te sientes a ti mismo. Sientes que necesitas estar en sintonía con los demás seres de este planeta”.
Una de las hipótesis más extendidas últimamente en la comunidad científica y en algunas culturas es la que se refiere a la Tierra como un organismo vivo (hipótesis Gaia). Según esta visión, tanto la tierra como todo el universo está formado por una trama de relaciones. El ser humano, como parte de este universo, es apenas uno de los nudos o puntos de relación con el universo. Esto afirma la teoría de Prigogine de los sistemas abiertos. La naturaleza se presenta como un proceso de autotrascendencia, lo que implica autoorganización e interdependencia con los demás sistemas circundantes.