Bucle 01: Cambio de Paradigmas

“El mundo entero se ha iluminado
y la oscuridad ha llegado a su fin...
es imposible descubrir la dicha
de la iluminación incesante...
Dios y el yo descansan ahora
en la misma cama...”
(Tukaram, místico hindú)


Las Ciencias y Yo

Caminaba un día por el parque de mi barrio y me senté a meditar en las ciencias. Tantas de ellas que había estudiado desde la escuela y aún no lograba entender el misterio de mi vida. Aprendí a combinar elementos químicos y a conocer fórmulas físicas que nada me hablaban de la vida. Fui un excelente estudiante en el conocimiento de las álgebras y los logaritmos. Conocí y memoricé innumerables mapas geográficos, históricos y políticos de todos los continentes que me parecían tan remotos y distantes. En fin, pasé por la universidad investigando, eso sí, desde el aula, a los grupos humanos, la historia de los conflictos sociales, las teorías más importantes con sus respectivos teóricos. Tuve que alinearme con una postura política, ya que de otro modo me convertía en un ecléctico, palabra que me parecía de por sí despectiva y hasta burlesca.
De todo ello, había asumido que debía especializarme en una ciencia. Pero no estando conforme con tanta desagregación científica, seguí estudiando todas las ciencias que me parecían interesantes: sociología, filosofía, teología; luego hice cursos de economía, finanzas, psicología, educación... y aún sigo estudiando.
Muchas veces el estudio de las ciencias me hizo perder de vista que las personas, las plantas, los animales, los objetos animados y desanimados, los planetas, sistemas y galaxias son entidades completas y complejas. Por lo que hay que considerarlas en toda su extensión. Pero más que eso, hay que mirarlas en sus relaciones con otros seres y entidades. Y digo seres, porque todo lo que he mencionado anteriormente tiene existencia propia, vida propia. Por otro lado, el grado de especialización de la mayoría de las ciencias ha provocado que la atención se centre en su especialidad, como si su objeto de estudio, por ejemplo, fuera un máquina que necesita una reparación en un lugar específico, olvidando la totalidad de la existencia de dicho ser.
Últimamente he aprendido algo de la cibernética. La red de la comunicación llamada Internet es un medio que ofrece múltiples aplicaciones, permite interacción, está descentralizada y acorta las distancias entre personas, grupos e instituciones. Me he permitido extasiarme con las posibilidades que ofrece esta nueva dimensión del saber y que hace algunas décadas ni me las imaginaba. Si estas nuevas mediaciones no son ciencias en sí, abren el horizonte para que el saber y el conocimiento se irradien, se compartan, se democraticen. Aún existen resistencias para que la información y el conocimiento sean del dominio público; aún hay inequidades en el acceso a la tecnología, como por ejemplo, entre la ciudad y el campo entre el centro y la periferia, pero hay muchas acciones a favor de que la educación, la ciencia, y la tecnología salgan de los recintos militares, empresariales y académicos y se vuelquen hacia las multitudes.
 
Crítica al Paradigma Cartesiano–Newtoniano
 
Aunque han pasado más de veinte años desde que Fritjof Capra escribió su visión del nuevo paradigma a través de su obra El Punto Crucial (Capra, 1985), no hay duda que su pensamiento profundo de la realidad ha sido clave en la explicación de los cambios que estaban ocurriendo en esos años, pero también pudo adelantarse a muchas situaciones en las que estamos inmersos actualmente. La caída del bloque socialista no fue un triunfo del capitalismo ni de la humanidad, sino el resultado de tratar de mantener un sistema de manera rígida y cerrado a los cambios. La actual incertidumbre en las negociaciones comerciales a lo interno de la Organización Mundial del Comercio (OMC), después del fracaso de Cancún, es otra muestra lamentable de la insostenibilidad de un sistema de competencia irracional e inhumano, donde las potencias y los grupos de negociación no quieren sustituir el paradigma ganar–perder por el de ganar–ganar.
La ciencia actual, así como las culturas que se han fundamentado en el pensamiento cartesiano y newtoniano (racional-lógico-mecanicista), han llegado a un punto crucial. Estos científicos han llegado a los límites de su ciencia, a pesar de los fabulosos hallazgos tanto a nivel de lo físico-biológico como de lo psico-social. Las investigaciones en el campo de la física durante los últimos años han sido fundamentales para descubrir la relación entre los fenómenos físicos y ciertas realidades que no se pueden medir bajo los paradigmas de esta ciencia mecanicista.
El descubrimiento de una realidad dual en las partículas subatómicas (materia-energía) en la que la materia deja de tener significación, si no es por la interacción que establece con otros sistemas, ha provocado en la comunidad científica una crisis del modelo mecanicista. A niveles macrocósmicos, igualmente, hay muchas incertidumbres. Quienes han seguido el modelo newtoniano se han cerrado sobre sí mismos, resistiéndose a cambiar los paradigmas bajo los cuales han hecho ciencia por siglos.
No significa que la ciencia actual no tenga validez. Sus aportes han sido significativos en los diversos campos del saber y seguirán aportando por muchos años. Su límite ha estado en la segmentación que han hecho de los diferentes ámbitos de la vida, en separar más que unir, en especializarse más que en integrar. Pero también han descubierto ciertas realidades que no  pueden explicar si no cambian sus modelos de pensamiento.
Actualmente se está viviendo un período de involución, donde el uso de las nuevas tecnologías, en muchos casos se ha vuelto insostenible y ha acarreado inmensos costos a muchos países. La misma experiencia ha obligado a detener ese proceso de crecimiento acelerado e incontrolable, que en algunos casos ha llegado a producir accidentes de inmensas proporciones. Vale mencionar como ejemplos, la cancelación de los vuelos supersónicos, el temor de un nuevo Chernovil en cualquier parte del mundo, las incertidumbres luego del accidente del Columbia, la presión social contra las investigaciones sobre Organismos Genéticamente Modificados (OGM), entre otros.
Por otro lado, en el ámbito la medicina convencional, no se ha podido detener el avance de nuevas enfermedades como el cáncer, el SIDA y otras, producto de una visión reduccionista de su campo de acción. Los economistas tampoco han logrado dar con la fórmula para resolver o aliviar el problema de la pobreza y el flagelo del hambre, a pesar de que la producción de alimentos va creciendo más rápidamente, o por lo menos a los mismos niveles que el mismo crecimiento demográfico. Esta ciencia se ha cerrado en sus cálculos matemático-financieros, desprovista de toda relación con otras ciencias como la política, la sociología, la antropología y otras ciencias afines.

El Nuevo Paradigma 

Tomando en cuenta los límites del paradigma anterior, se hace necesaria una nueva visión del presente y del futuro. Este nuevo paradigma tiene que romper con las estructuras de pensamiento actual. Por lo tanto, tiene que incluir nuevos principios, nuevos enfoques y nuevos valores. Aunque estos elementos hayan estado presentes desde hace miles de años en las diversas culturas anteriores, lo cierto es que no han sido factores dominantes o no se han integrado entre sí de una manera sistemática.
El nuevo paradigma debe incluir principios como el de la autoorganización y la interconexión global. El primero está referido a descentralizar todas las relaciones en lugar de ser centralistas, tanto en el campo de la política, como de la economía, la investigación, la educación, entre otras. Según este principio se valoraría más la acción humana en los procesos de producción material, que la misma acción material, ya sea financiera, económica o en cualquier otra rama científica. También habría que valorar más las tecnologías “blandas” que las duras; es decir, habría que hacer un cambio progresivo pero drástico en la utilización de la energía y los recursos con que contamos (los cuales son limitados), hacia unas nuevas formas de producir, de transformar y de vivir.
El principio de la interconexión tiene que llevarnos a establecer relaciones más globales, pero actuando desde nuestras localidades, el efecto mariposa (Briggs y Peat: 1999). Al ser descentralizadas las acciones, estas tienden a buscar relaciones, lo que conlleva la creación de redes en los diferentes ámbitos de la vida. Con la ayuda de las redes de comunicación virtual es posible hoy en día agilizar la intercomunicación entre culturas, entre dimensiones similares y desconocidas de las ciencias; hay acceso a la información de manera instantánea. Pero para hacer posible la vida y tener una cierta estructura, es necesario dosificar y distinguir aquello que nos es esencial a lo que no es fundamental según nuestras particularidades.
Los enfoques del nuevo paradigma tienden hacia lo sistémico, lo multidisciplinario y lo integral. Veamos cada uno de estos nuevos enfoques. A través del enfoque sistémico se tiene que entender que los distintos sistemas son cíclicos, fluctuantes y dinámicos. Ninguna estructura puede sostenerse por mucho tiempo si se vuelve rígida y estática. El enfoque sistémico implica el reconocimientos de momentos de crecimiento y decadencia, de construcción y desgaste. Cualquier sistema, ya sea político, económico o social tiene que ser flexible, dinámico, cíclico,  al estilo de los sistemas físico-biológicos.
Mediante el enfoque multidisciplinario, se tiene que poner más esfuerzos en reconocer los puntos de relación que existe entre las distintas disciplinas científicas, que en hacer diferenciaciones y fronteras que no existen. En la investigación, las ciencias sociales y las naturales no se pueden excluir mutuamente; tienen que auxiliarse las unas con las otras. Los equipos de trabajo tienen que poner en común sus métodos y sus puntos de vista; concentrarse en los múltiples niveles y dimensiones de su objeto de estudio y aportar desde sus especialidades.
Un enfoque integral (holístico) debe encaminarse hacia la construcción de conceptos y variables que sean inclusivos, abarcadores, complementarios. Ya no se puede dejar de lado ninguna dimensión del saber humano, por menos “científica” que parezca. Tanto el místico como el ateo, el científico natural como el que estudia los fenómenos sociales, tienen que buscar puntos de convergencia, interacciones que lleven a entender la totalidad, las partes y sus relaciones.

Este cambio de paradigmas no puede enraizarse si no toma en cuenta un cambio profundo de valores. Dichos valores tienen que ver esencialmente con el crecimiento integral de la persona humana: los aspectos existenciales del ser, el crecimiento interior, la autorrealización, la paz interior. Pero este crecimiento tiene que estar en correlación con su estar en el mundo, es decir, la convivencia con otros seres y con su ambiente, la colaboración en lugar de la competencia, la justicia social, en lugar de la autoafirmación. En fin, si se quiere hablar de cambios profundos, estos cambios tienen que pasar por cambios a escala humana. Y para ello, tiene que haber un acercamiento a las filosofías religiosas de muchas culturas que aún tienen una concepción integral del ser humano y su relación con el entorno.